Por Rafael Matos Féliz
En lo referente a las demandas ambientales que se les aplican a los recursos naturales de la provincia de Barahona, se pueden citar las relacionadas con la agricultura, la ganadería, el uso de la tierra para asentamientos humanos, vialidad, esparcimiento, pesca, los servicios públicos (acueductos, alcantarillado, manejo de residuos sólidos, mercados, mataderos, cementerios y otros), minería y las áreas ocupadas por industrias.
Las demandas ambientales frente a los recursos naturales de la provincia, ocasionan una amplia afectación ambiental y la misma es muy negativa: Deforestación, erosión y sedimentación de cuencas y zonas llanas, contaminación de cursos de agua y por desechos sólidos, contaminación por aguas negras, contaminación sónica, desorden territorial en áreas urbanas y rurales, deterioro del paisaje, todas las cuales sumadas a los riesgos climáticos crean graves amenazas y vulnerabilidades en toda la provincia.
Sobre la agricultura, se tenía como estadística en la Unidad Regional de Planificación (URPE), antes de y hasta el 2012, que en la provincia de Barahona, existía un total de 7,985 productores que usaban 1,081,962 tareas de tierra en actividades agropecuarias. A partir del Censo Nacional Agropecuario del 2015, se señala que la cantidad de productores es de 5,877 y las tareas utilizadas son 871,720. Para un descenso de productores de 2,108 (24.4%) y un descenso en tareas de 210,242 (19.43%). Se afirma que muchos productores han pasado a vivir del motoconcho. ¡¡¡ MADRE MIA!!!
La ganadería en la provincia adolece de elementos básicos. Los “ganaderos” no poseen potreros y por consiguiente sus animales deambulan por calles y callejones y pastan en solares yermos y en bordes de caminos y carreteras, posibilitando la ocurrencia de accidentes graves, como han sucedido. En cuanto a los asentamientos humanos, posiblemente Barahona es la provincia del país donde más se usan lugares inadecuados para construir: Cañadas y drenajes, nacimiento de ríos, bordes y paseos de carreteras, zonas con riesgos de derrumbes e inundaciones, etc.
En vías y calles es frecuente la ocupación de aceras y parte de las calles para instalar negocios (frituras, talleres, venta de mercancías) y lo mismo ocurre en áreas verdes o de esparcimiento, se irrespetan a los ciudadanos, que en su cotidianidad usan las aceras y las áreas verdes para caminar o descansar y que son diseñadas en especial para ellos.
Una buena parte de la provincia está destinada como Área Protegida, debido a las condiciones únicas y de interés ambiental que presentan dichas áreas. De toda la geografía provincial, las Áreas Protegidas ocupan 507.6 Km2 (29.18%). Lo que garantiza un agradable paisaje, la preservación de especies y que exista una producción abundante de agua en las montañas, las cuales son nuestras madres de las aguas.
De ahí, las garantías de dotar de acueductos a las comunidades, aunque estas estén apartadas de los centros urbanos. En lo concerniente a la minería, ahí es donde la “puerca tuerce el rabo”, pues las concesiones y solicitudes de permisos para explorar y explotar los recursos mineros que existen en nuestros suelos (mayormente minerales no metálicos), para el 2012, cubrían una superficie de 715.98 Km2 (41.16%). Esta superficie si se llega a explotar, implica una función contraria a la de las Áreas Protegidas; lo que quiere decir, deterioro del paisaje, desaparición de especies y la segura sequía y desertificación de las montañas, las madres de nuestras aguas.
Si se suman las áreas protegidas a las concesiones y solicitudes mineras se tendría una superficie provincial equivalente a 1,223.55 Km2, significando esto que el 70.34% de toda la provincia quedaría fuera de la producción agrícola y ganadera, fuera del uso de los pueblos, de viviendas, de calles, de áreas de recreos, fuera del turismo, de los deportes y fuera de todos los servicios públicos, y además, sin ninguna garantía de sostenibilidad, debido a la depredación que ocasiona la minería.
En los actuales momentos, desde sectores empresariales y desde el Estado se hacen esfuerzos inauditos para que veamos la minería como una buena actividad para el “desarrollo”, cuando «todos sabemos que solo sirve para el crecimiento económico de las arcas de los empresarios y funcionarios» que desprecian a los pueblos.
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